El saco | 2008
AMORIR, mayo 10, 2008
Unos cuantos años atrás empecé a darle vuelta al tema de los desaparecidos, en realidad cuando pienso hacia atrás me doy cuenta que nunca dejé de darle vueltas, me costó mucho cruzarme con las miradas de los desaparecidos, tratar de entender hacia donde miraban…
Mis primeras imágenes sobre este tema trataban de sostener esas miradas para que pudieran seguir mirando, escrudriñándonos y a la vez esperando que los miraramos, de ese cruce o de ese intento de cruce de miradas nació entonces “miradas ausentes”, después hubo otras aproximaciones de mi parte, más cercanas o más alejadas pero lo importante era sostener la mirada, seguir mirando.
Muchos años atrás lei una entrevista a Godard, eran finales de los 70 y el hablaba de la dificultad de contar las violencias, de lo duro de trasmitir lo innombrable, las imágenes crudas muchas veces terminan con el efecto contrario al buscado, anestesian, asustan o incluso producen rechazo.
Lo mismo en algunas reflexiones de Primo Levi sobre la dificultad de contar y al mismo tiempo la necesidad absoluta de que se sepa, de que se hable.
Hace unos meses en la contratapa de Brecha leí “El saco” de Olga Rochkovski, me golpeó y me llamó mucho la atención sobre todo la aclaración de que era una ficción, lograba la fuerza del testimonio pero estaba compuesto desde otro lugar, lograba entonces hablarnos de eso tan dificil de hablar, lo hacia desde la sensibilidad.
Al leer la nota supe que en algún momento intentaría hacer algo con esa pequeña historia que nos contaba Olga (a quién por otra parte no conocía), la ocasión llegó cuando con Sebastián y Martín nos pusimos a pensar una intervención mía en AMORIR, les “leí el saco“ y les impresiono de igual manera.
AMORIR me interesó como lugar de cruces, de ensayos y de energías que buscan su camino, a ese cruce arrimamos una idea en torno a algunas fotos y un texto todo sea para que con la mirada podamos seguir andando.